viernes, 20 de diciembre de 2013

El despacho de Godoy



Los olores son la perdición de mis sentidos. A lo largo de mi vida (más en estos últimos años) he concebido la idea del olor como un sentimiento puramente místico. Cuando capto un olor no lo hago con mis fosas nasales. Siento el aroma y dejo que penetre en mi espíritu. Hago que permanezca allí un periodo de tiempo variable, hasta que comprendo su psicología y me fundo con él.

Por agradable o repugnante que sea, siempre  les dedico una parte importante de mi tiempo. A cambio ellos me hacen experimentar sensaciones incomparables con las del a veces vulgar sentido de la vista, y digo vulgar porque pocos sabemos apreciar lo que vemos. Pocos sabemos sentirlo en vez de verlo.

Me hacen revivir, recordar, sentirme en mis amados lugares remotos e inexistentes para los demás.  Colapso de sensaciones. Sumisa a él me dejo emborrachar por su esencia.

Con paso aún tambaleante, salgo del despacho de Godoy y avanzo a través del pasillo. Me voy borracha de su olor a pasado. a presente y a futuro. 

                                                                                                        —Reven

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