<<Empieza un año muy importante>> Le escuché decir. Sin saber por qué tras esas palabras, en el brindis, me dio un vuelco el corazón.
Cómo imaginar la de cosas que acontecerían en sólo doce meses... Enero y febrero trajeron la tranquilidad. Tranquilidad en el sentido emocional. A pesar de todo, no estaba atrapada en mí misma.
Marzo, abril y mayo: la felicidad extrema. El riesgo de amar o no amar. Bonito, visto desde fuera. Toda una serie de acontecimientos que me llevaron a empezar Sweet Pain. Junio, julio y agosto: la muerte. No hay lugar para más matices.
Septiembre, octubre y noviembre: el nuevo despertar. El cielo me ofreció una tregua y me envió nuevamente a ese ángel perdido que anteriormente me había arrebatado. Removí mil tranquilidades para volver al instituto unos días antes de tiempo. Avancé ansiosa, a toda prisa por el pasillo; <<¿Están de reunión? Qué más da>>. Me planté junto a la puerta y esperé. Alguien fue a buscarlo, y al instante apareció. Dee Dee volvió a estar frente a mí. Y yo fui feliz durante el resto del mes.
Diciembre... la muerte me acecha de nuevo. No dejarme derrotar, eso es lo que debo hacer a partir de ahora.
"Me asomé a la ventana aquella dulce madrugada. Las estrellas brillaban tanto como mis ojos. El viento hacía los coros del latido de mi corazón. El cristal estaba frío, pero no me importó. Vi una sonrisa reflejarse en él. <<Soy feliz. Aunque quizá todo podría torcerse... ¿Y si no fuera bien?, ¿y si apareciera otra?, ¿y si me hiciera sufrir? ¿y si...? ¿y si...? , ¿y si...? ¡Da igual! Por una vez en mi vida quiero arriesgarme. Por él voy a arriesgarme>>."
Y todas esas estrellas fugaces que surcaron el cielo cada madrugada que lo observé se corresponden con las heridas que este año me ha dejado. Me siento afortunada de que el cielo llore mis penas y celebre mis alegrías, pues cada nueva herida es también una nueva esperanza.
Este año las personas que considero importantes para mí han podido conocerme. Este año al fin mis palabras no se han quedado en el aire, como antaño. Jamás volverán a morir en mis entrañas.
Esta noche, aunque el cielo esté nublado, las estrellas serán los sueños que tengo para el año siguiente. Ellas siempre me vigilan y custodian a quienes ya no pueden hacerlo desde aquí. Los corazones partidos renacerán al fin. <<Año nuevo, vida nueva>> No espero menos.
Feliz 2014.
—Reven
martes, 31 de diciembre de 2013
Felicidades, Lili
Me es imposible levantarme una mañana sin pensar en ti. Estás en todas las veinticuatro horas de mis días.
Si, por descuido, cometo la osadía de no pensarte, recibo al instante un mensaje tuyo. <<Lo siento, Valdés>> murmullo sonriendo. Te mereces cada uno de mis pensamientos, a cambio de las veces que me has ayudado a no caer o a levantarme.
Naciste cuando yo aún no tenía conciencia, a pesar de los testimonios que afirman mi destreza al hablar con un escaso añito de vida. Todo apuntaba a la evidencia: ¿Es que tú no te callas nunca! (Dativo, te hago caso con esos dichosos signos) No. No es mi intención esconder las verdades mentirosas o las mentiras certeras que habitan en mi mente.
No confundamos; soy sincera. Y sinceramente escribo todas las entradas. Sinceramente, Lli: mil gracias por ser tú. Mil gracias por estar siempre conmigo.
Felicidades, un año más, no sólo por tu nuevo año, sino por ser una persona sobresaliente. Te quiere:
—Reven
lunes, 30 de diciembre de 2013
Aférrate a mi corazón
A las puertas del cielo osé asomarme sin pensar en el abismo que había bajo mis pies. A pesar de mi mal equilibrio y la corta longitud de mis piernas, decidí arriesgarme y saltar. La pequeña plataforma que me sostenía quebró, era de cristal frágil.
Tras el salto y el grito ahogado en el vacío, llegue. No pude entrar, mis pies no tocaron su suelo de nubes. Únicamente logré agarrarme a los barrotes, suficiente para no caer.
Uno y otro balanceo, se me cansa el brazo. <<¡Agárrate! Aférrate a mi corazón, jamás te dejaré caer>>. Lo hice sin sospechar que un corazón roto quizá no sostuviera mi peso.
Y no lo hizo. Ahora me siento caer en el abismo de mis propios reproches. <<Te lo dije, Reven. No dirás que no te lo advertí>>. Condenada para siempre a caer, presa de mis propias promesas.
—Reven
domingo, 29 de diciembre de 2013
A la brillante luz de las estrellas de diciembre
Sabes que eres una persona de palabra cuando cumples hasta las promesas más descabelladas. Cuando cumples hasta el extremo. Cuando, a pesar de tus deseos, cumples aquello que alguien quizá pasó por alto. Aquello de "te querré siempre".
...
Me encuentro sola rodeada de gente. Mi teléfono móvil es mi única compañía. Guardado en mi bolsillo, suena; alguien me reclama. Lo ignoro. Quizá lo que busque sea estar sola.
Alzo la cabeza para contemplar el oscuro cielo. Las constelaciones parecen estar clavadas con chinchetas (<<Ponlo tú. El color que quieras>>). Mi aliento gélido sale de mi garganta como si del humo de un cigarro fantasma se tratase.
Localizo a Orión rápidamente; siempre me observa desde allí. Deslizo la mirada hacia la derecha, un poco más arriba: Tauro. Vuelvo a pasar por Orión, abajo a la izquierda: el Can Mayor. Busco a Perseo, pero algo me impide continuar. Una estrella fugaz surca el gigantesco tablón de anuncios.
Y yo, sola y perdida en este lugar lleno de gente extraña (¡todos son iguales!) me siento como aquella estrella perdida. Para ella no hay lugar en ninguna constelación.
Quizá fuese una lágrima del cielo que necesitaba escapar. Después de todo él está saturado de belleza. Una herida no lo puede empañar.
—Reven
jueves, 26 de diciembre de 2013
Nuevamente a modo de historia
"(...) Miré a derecha e izquierda;
desierto. Sentí el frágil palpitar de sus pupilas a exactamente 12,3 metros de
mí, clavándose en mi nuca. Me giré suavemente. Un escalofrío recorrió todo mi
cuerpo. Nos fuimos acercando acelerando el paso progresivamente. Puede que por
delante hubiese una eternidad, pero no podíamos permitirle seguir haciéndose de
rogar. (...)"
—Reven
domingo, 22 de diciembre de 2013
El pasillo de la cueva de Neuschwanstein
Cada mañana lo frecuento ansiosa pensando que puedo limitar su ausencia. Cada día cuento las horas que faltan para cruzarme nuevamente con su mirada.
La amargura desaparece en su totalidad con la aparición de la tranquilidad de su mirada. Y aquí me encuentro hoy, abandonada a la intemperie del dolor, creyéndome perdida por momentos, desvariando y delirando sin hallar consuelo. Añoro la dulzura que de su voz profunda. Extraño en mis noches lóbregas inundadas de recuerdos el palpitar de sus pupilas. El edulcorante capaz de dilatar las mías.
"Apoyado frente mi puerta vecina. Mirada al infinito. Mi corazón se contrae y se dilata al ritmo de aquellas palabras que sólo él podría pronunciar. <<Quiero acercarme>>, pensé. Aunque entonces ya supiera que él era como el fuego."
—Reven
viernes, 20 de diciembre de 2013
El despacho de Godoy
Los olores son la perdición de
mis sentidos. A lo largo de mi vida (más en estos últimos años) he concebido la
idea del olor como un sentimiento puramente místico. Cuando capto un olor no lo
hago con mis fosas nasales. Siento el aroma y dejo que penetre en mi espíritu.
Hago que permanezca allí un periodo de tiempo variable, hasta que comprendo su
psicología y me fundo con él.
Por agradable o repugnante que
sea, siempre les dedico una parte
importante de mi tiempo. A cambio ellos me hacen experimentar sensaciones
incomparables con las del a veces vulgar sentido de la vista, y digo vulgar
porque pocos sabemos apreciar lo que vemos. Pocos sabemos sentirlo en vez de
verlo.
Me hacen revivir, recordar,
sentirme en mis amados lugares remotos e inexistentes para los demás. Colapso de sensaciones. Sumisa a él me dejo emborrachar por su esencia.
Con paso aún tambaleante, salgo
del despacho de Godoy y avanzo a través del pasillo. Me voy borracha de su olor
a pasado. a presente y a futuro.
—Reven
miércoles, 18 de diciembre de 2013
Las columnas de El Prado
Esta vez sí ha sido cansancio agotados, del que revienta el alma en vez del cuerpo. Ni una sola queja de dolor ha acudido a mis labios hoy. Sin embargo el otro día no estaba cansada. Tampoco tuve frío, a pesar del vaho emergente de mi boca. Hoy el sol más ardiente me congelaba la sangre en las venas y las lágrimas en los ojos.
Recorrer nuevamente todas esas calles me ha hecho pensar. Sin quererlo me he percatado de algo importante. Ahora sé lo que hace a Madrid mágica.
—Reven
Recorrer nuevamente todas esas calles me ha hecho pensar. Sin quererlo me he percatado de algo importante. Ahora sé lo que hace a Madrid mágica.
—Reven
sábado, 14 de diciembre de 2013
Área 77
Anoche estaba cansada, desde
luego. Acababa de llegar de esa mágica ciudad llamada Madrid, después de un día
de ensueño por sus calles.
Esa misma mañana había despertado
eufórica por el día que me esperaba. Me levanté de la cama al primer pitido de
mi alarma. Monté al autobús ansiosa, no
lo niego, después de todo la ocasión lo merecía.
Al poner el primer pie en Madrid
no pude evitar pensar “Pasado mañana…”. Decidí parar ahí, no serviría de nada
torturarme de esa forma en un día como ese. Descendimos desde la Real Academia
de Bellas Artes de San Fernando hasta Sol, buscando cualquier entretenimiento
hasta nuestro turno de visitarla. Todo recto, hablando con una voz bastante
elevada y haciendo estupideces, a fin de cuentas nadie de allí nos conocía, y
tampoco volveríamos a verlos. Todos felices, todos ajenos al revuelto de
sensaciones que en mi interior habitaba. Inconscientemente lo buscaba con la mirada,
me odié. Rápidamente me giré para buscar a Johnny y Hester: <<Ahí
están>>. Encontrarlos me hizo sentir mejor. El río volvió a su cauce.
Todos felices, todos caminando hacia delante
con entusiasmo sin recordar siquiera el
camino de vuelta. En cuestión de unos minutos
nos encontramos metidos en una calle cercana a Sol de la que nadie sabía
regresar. Cómo no, todos absortos y maravillados por la magia de Madrid. En cuanto
a mí, que me había preocupado de mantener la sangre fría por prudencia, por no
recordar, había ido fijándome en carteles, escaparates, adornos…
<<Seguidme>>les dije, y unos minutos después volvimos a estar en
las puertas de la Real Academia.
Entramos con la mochila por
delante. Subimos y bajamos escaleras, cruzamos de unas salas a otras, vimos
cuadros y esculturas. Caminando me topé de frente con uno de mis cuadros
favoritos de Napoleón <<Está aquí, señor Bonaparte…>>.
Salimos, directos a Callao. Allí
volvimos a dividirnos: profesores por un lado, alumnos por otro. Comí con unos
amigos. El fenómeno perdidos se produjo de nuevo. Increíble, a pesar de mi pésima orientación les conduje de nuevo hasta el punto de encuentro.
Camino a El Prado. Sin quererlo
volvimos a quedar divididos. Caminamos durante un largo rato, a paso más que
ligero. Había perdido de vista a mis amigas desde hacía rato. Suerte que Johnny
estaba cerca. Paso de cebra <<¡Cuidado!>>, semáforo cómplice y traicionero.
Puerta equivocada, al menos habíamos encontrado a los demás. Descanso después
de la caminata y el dolor de piernas. No me importaste, dolor.
Entré con Hester. Cuadros y
esculturas que me llegaron al corazón de nuevo. Velázquez, Goya, Rubens, Zurbarán… Por
casualidad mis ojos se deslizaron hacia un rincón y me encontré con la mirada
de Ludwig. <<No se puede hacer fotos>> dijo una guarda amargada
<<Mierda…>> quise contestar. No podía llevarme esas imágenes
conmigo.
Avalancha a la salida. Condensados los frescos recuerdos de aquel
inigualable día me acomodé en mi asiento. Adiós, Madrid. Nunca olvidaré el viaje de vuelta. Descanso en el Área 77. Incluso allí hubo
algo que lo hizo perfecto. Vuelta al autobús. Llegada al instituto, otra vez. <<Buenas
noches…>>.
Nunca olvidaré el viaje de
vuelta.
—Reven
miércoles, 11 de diciembre de 2013
Boca de pasillo
Jamás podré llegar a describir la
sensación de estar en mí, estar en él y estar fuera de ambos, contemplando la
escena desde las proximidades. Sentir sus ojos en la nuca, mirarlo de frente,
ser testigo de cómo la mitad de mi rostro se ocultaba mientras cogía fuerzas y
tomaba aire una vez más. Todo al mismo
tiempo. Todo fugaces sueños que se tornan realidad y marcan mi mente y mi
espíritu.
—Reven
Siete vidas, prometí
Siete vidas, prometí.
Todo a su tiempo, a su momento, a su lugar. Tengo fe a pesar de todo.
—Reven
Todo a su tiempo, a su momento, a su lugar. Tengo fe a pesar de todo.
—Reven
sábado, 7 de diciembre de 2013
Y es que la gente como yo murió en el siglo XIX
Anoche me acosté preocupada, pero feliz. Sólo podía pensar "Falta tan poco para verte...". Todo en mi cabeza pintaba ser magnífico, hasta que amaneció. Este inusual brillante y cálido sol de dicienbre me despierta de mi ensoñación y me arranca la felicidad con sus rayos helados que caen como témpanos de hielo.
Tengo frío a pesar de la calefacción. Tengo frío a pesar de las mantas. Me duele el lado contrario al corazón, como ya dije una vez.
Todo hubiera sido más fácil para mí si hubiese nacido en la época que me corresponde. Quizá y sólo quizá jamás te hubiese conocido, y no tendría que ver con impotencia como mi mente devora a mi alma. Incluso mi cuerpo queda afectado por las heridas de la distancia y el tiempo.
—Reven
Tengo frío a pesar de la calefacción. Tengo frío a pesar de las mantas. Me duele el lado contrario al corazón, como ya dije una vez.
Todo hubiera sido más fácil para mí si hubiese nacido en la época que me corresponde. Quizá y sólo quizá jamás te hubiese conocido, y no tendría que ver con impotencia como mi mente devora a mi alma. Incluso mi cuerpo queda afectado por las heridas de la distancia y el tiempo.
—Reven
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