lunes, 31 de marzo de 2014

Esquina de Crisálidas

El cariño que incita al gesto, a la mirada me exalta y me electriza. Me ruboriza y devuelve a mis tripas y a mi costado la vida. Abre las crisálidas de los gusanos que pudieron pudrirme y los convierte en mariposas. Y ellas clavan sus alfileres por mis entrañas, y me acarician con sus alas para que el efecto se torne más abrumador. 

¿Y por qué? El aliento taciturno se ha extinguido. Solo camino con fuerzas, con ganas. De cara al viento y sin escapar. Ya no me encuentro sola conmigo misma.

¿Y por qué? En cierto momento escucho una voz sanadora que me reanima. Necesito correr y corro de alegría hasta poner los latidos de mi cuerpo al ritmo de mi pulso.

¿Y por qué? Para mi sorpresa: estoy viva.

Late, corazón... No todo
se lo ha tragado la tierra. 

                                                                                                           —Reven

jueves, 27 de marzo de 2014

Algún día lejano del infinito

En las eternidades remotas de las interminables tardes de domingo mi tiempo se consume lenta y cruelmente. Y nada parece animarme. Ni hace que me sienta mejor. O no lo haría, de no ser por ti. 

En mi rostro triste nace una sonrisa cuando escucho gruñir la puerta y te veo aparecer de la mano del ángel rubio que siempre me tuvo enamorada. Porque tanto tú como Sophie me hacéis más feliz. Y ambas, a la par que pasa el tiempo, me vais enseñando mil cosas tan importantes como respirar. 

Tú me apoyaste hasta en el plan más loco que a mi mente peculiar se le ocurrió idear. Me apoyaste aún después de que yo confiara en el infierno. Aún habiéndolo conocido. Pero jamás me replicaste cuando la tormenta estalló. Al contrario. Me enseñaste a seguir y a quedarme con el lado bueno. 

Sophie me enseña a crecer. A madurar mientras vuelvo a jugar como una niña. Y me devuelve las ganas de creer en la magia.

Cada año te escribo mensajes dulces y cariñosos desde el mismo banco del pasillo de la planta baja del instituto. Cada año con el mismo amor. Cada año más orgullosa de poder hacerlo.  Pero esta vez decido romper los esquemas de la tradición, pues dices ser mi mayor admiradora, siendo yo tu escritora favorita. Y no sabes que en realidad soy yo quien te venera a ti. Quien siempre te observó maravillada y deseosa de ser como tú. Y que gracias a ti hoy soy como soy. Solo espero poder llegar a compensarte.

Algún día lejano del infinito. Quizá entonces lo consiga. 

Felicidades, Nené. 

                                                                                                            —Reven
 

martes, 25 de marzo de 2014

Alles Gute zum Geburtstag

No. Hoy no podía faltar.

Ser la primera —o una de ellas— en felicitarte me hacía ilusión, y tú me pediste que así fuera cuando mi tendencia divergente acechaba. Aunque soy consciente de que, en ocasiones, unos recuerdos cubren la fugacidad de otros. 
Dudo que puedas recordarlo todo, como yo. Yo soy, en ocasiones, la memoria interna de un disco duro que almacena datos de mil categorías. Tan grandes como puntos claves de la Historia. Tan pequeñas como el grado de curvatura de una sonrisa. Pero todas igual de importantes. Yo, que mil veces olvido hasta mi nombre. Yo, que cuando cojo papel y lápiz me olvido hasta de respirar.
A veces no distingo una caricia del cosquilleo de una puñalada. Por eso quise regalarte la sintonía de contrastes que para mí representa la primavera. Porque adoro el frío extremo y los campos de flores. Porque esa fue mi primera visión de un entorno soleado. Porque sé que te encanta ese cuadro.
Y de verdad, Johnny, me fascina El otro lado. Me fascina que exista alguien más en el mundo capaz de ver lo que el propio mundo ignora. 
Ni La Primavera nació en mi mente ni soy creadora de sensaciones. Pero es lo mejor que puedo regalarte de mí: mis dibujos y mis palabras. 
Felicidades.

                                                                                                      —Reven

A la urbanidad egoísta

 Regreso a la magia sin ser libre. Sin poder soñar, sin poder saborear Madrid y su urbanidad. Solamente he podido respirar témpanos de hielo de su atmósfera. Más invierno que primavera. Más sueño que realidad.

Hoy por hoy nace una época en la que las ciudades parecen sangre egoísta. Glóbulos rojos con dos tipos de antígenos, de colonizadores, sin ningún anticuerpo. Sin Rh+. Lugares perdidos en el tiempo y la memoria. Lugares para mis delirios. Lugares que dan cobijo al mundo. A la urbanidad egoísta.  Y la sangre viene a cuento cuando palpita y llama. Cuando electriza. 

Cuando se refiere a meras condiciones. Cuando ya no hay lugar para las casualidades. 

Desearía seguir siendo un enigma. Para mí misma. Para los demás. Supongo que no siempre hay lugar para esconderse. Supogo que hay veces en las que todo está escrito para aquellos capaces de ver sin mirar.

Supongo que ciertas certezas son verídicas únicamente para unos pocos. Supongo que esos pocos entenderían estas palabras. 

(A Ludwig, por dar cuerpo a sus palabras)

                                                                                                                                —Reven


lunes, 24 de marzo de 2014

Aula C-31




Anoche estaba nerviosa, ya lo creo. Nuevamente vuelvo a permitírmelo. Después de todo, la ocasión lo merecía. 

Tras horas y horas retocando la ocupación de mi tiempo y de mi vida, disuelta en intervalos diarios de cinco horas, me convenía dormir. O más bien intentarlo, pues un millar de mariposas decidió asentarse en mis tripas y clavarme sus patitas de alfiler durante toda la noche. 

 Mi pulso acelerado palpitaba incluso más deprisa de lo que avanzaban mis pies suplicantes por no llegar tarde a la parada de bus. Ni el más absoluto reposo podía calmarlo. 

Durante horas el traicionero miocardio martilleó mi pecho y mi piel. Me obligaba a escribir más rápido, al son de la voz dictadora de problemas matemáticos que anhelan desesperadamente una solución. Y nosotros, como tontos, siempre dispuestos a brindársela. Sin importarnos si quiera el hecho de pasarnos media vida buscando la x. Sin reparar en que, una vez encontrada, siempre vuelve a perderse. 

La sensación nervioso-dubitativa  crece. Los alfileres se convierten de repente en cuchillos tan largos como mi antebrazo. Y el resultado se me clava fuertemente en las tripas, como si fuera una puñalada. 

Y ni el propio estallido puede acallar mis gritos latentes. Ni puede apartar mi mirada de aquel punto lejano del infinito. Ni puede apagar mi sonrisa. 

Como si fuera una puñalada. 


                                                                                                                            —Reven

sábado, 22 de marzo de 2014

Primavera

Días fríos y lluviosos curtieron mis labios y matizaron la palidez de mis rasgos. El aire se colaba por mi nariz y me acuchillaba los pulmones. Y me encantaba. 

Ahora el frío del invierno se va. Me deja sola en medio de la abrumadora primavera. Esa encagada de darle a mi cuerpo un año más. Aquella que tuvo a bien darle a mis débiles ojos su primera imagen bañada por el sol: un suelo lleno de flores silvestres. 

Mi cara pronto empezará a tostarse. Y yo maldeciré al astro culpable. Al culpable de la mutación de mi fenotipo, y la escasez de frescura dentro de mí. El que me hace arder por dentro. El que hace mi sangre hervir. 

El suave viento que sucede a la leve lluvia conduce mi mano. Y mi mano porta el lápiz. Y el lápiz traza el susurro éste al oído de las nubes. Y las flores, y las hojas, y la vida. 

Escucho Las Cuatro Estaciones. Oigo a las oscuras golondrinas piar y revolotear contra los cristales de mi ventana (que no existe). Echo de menos las punzadas del aire helado. Echo de menos el frío de octubre, noviembre, diciembre... Pero abrazo a mi antiguo aliado. A mis adorados marzo, abril y mayo. Esperando temerosa al inevitable junio, el terrible julio y el lejano agosto. Pero algún día septiembre volverá a despertar.

Entre tanto dibujo mi oda gráfica a la primavera. A nuestra primavera. Y me siento feliz por ser capaz de trazar sin sentir daño, sonriente. Dejando atrás al traidor eterno. Y de mis manos pasará a las del culpable de que yo siga aquí. A quien me enseñó a sobrevivir. A quien me hizo recobrar la sonrisa. 

                                                                                                         —Reven

viernes, 14 de marzo de 2014

Delirios de un artista

 La fragilidad de un recuerdo omiso se desliza por mi pelo, por mi cuello. Por mi espalda. Tratando hacerme estremecer. Y ya no puede más. Ya los brotes de un árbol nuevo nacen en mi espíritu y arraigan en mis entrañas. Ya solo queda lugar para él, porque él supone mi valor y mis fuerzas. Porque no les permite quebrarse. Porque sostiene los pasos ligeros de su sombra, que se aleja. Y que ahora conoce mi escondite en las sombras de mí misma.

Los trazos de un lápiz de 2B, sin descanso, son plasmados en una lámina en blanco puesta en mi mesa, delante de mí. Soy yo quien sostiene el cetro dorado y azabache que, a su paso sobre el papel, desprende grafito y unos atisbos de carbón secundario, absorto, latente, obstinado... Pero no conozco el real proceso. 

Dibujo sin descanso durante horas efímeras que me hacen olvidarme de que existo, de que soy persona. De que respiro. Porque cuando un dibujante trabaja, no hay persona real en él mismo. Se aleja del mundo. No: aleja el mundo de sí. Solo existen él y sus trazos, que realiza frenéticamente, con aliento desesperado. Que borra cuando falla y hace correr los diminutos fragmentos de roca y los disuelve. 

Y al alzar los ojos de nuevo se sorprende. Porque al mirar el papel no ve más que un reflejo de sí mismo. Y descubre que, al igual que él crea sus obras, sus obras lo crean a él.

                                                                                                          —Reven

martes, 11 de marzo de 2014

X (11-M)

Hoy tantas personas recuerdan a alguien. Tantas lágrimas resurgen nuevamente de sus ojos. Tantos suspiros de recuerdo...

Cuando se habla de vidas, de víctimas, de más de 2000 víctimas y 192 vidas los símbolos no sirven para calcular. Pero sí para evaluar. Aunque prefiero no entrar en detalles. Estoy segura de que me hago entender. Esos números no son cifras. Son sentimientos, son sueños, son esperanzas, son ilusiones. Son personas. Son todo un país inmerso en lágrimas.  Que se fueron aquel 11 de marzo.

Hoy, diez años después, todos lo recordamos. Y jamás lo olvidaremos. Olvidar... ¿Olvidar? ¿Cómo es posible olvidar? De alguna manera en esos trenes íbamos todos.

Dedicado a la memoria de aquellos pasajeros. Y a todo el que perdiera una parte de él mismo el jueves, 11 de marzo de 2004.

                                                                                                                                  —Reven

sábado, 8 de marzo de 2014

Con el lado bueno del infierno

No puedo borrar de mi piel las lágrimas secas. No puedo cambiar lo que sufrí. Pero, a pesar de todo, no puedo cambiar cómo soy. Lo que soy. Nunca me enseñaron a odiar. Nunca aprendí a guardar rencor. 

Soy positiva y me quedo con el lado bueno de las cosas. Con el lado bueno de las tormentas. Con el lado bueno del infierno. No me olvido de que muchas de las lágrimas derramadas escaparon de mi alma cuando era feliz. Calleron a causa de esa felicidad. 

Porque no puedo negar las certezas. Porque pese a lo sucedido más tarde, me hizo feliz. Y eso es lo que quiero recordar. Lo que siempre me hará sonreír. 

Aquel marzo. Aquel pasado ocho de marzo fue un día muy importante. Y a mi pesar, aún hoy he de calificarlo de esa forma. Tal vez ese día me cambió. Me cambió para siempre. Y quizá deba agradecérselo. Gracias a él nació un lugar para mis delirios en el mundo. O quizá un lugar para el mundo en mis delirios. Aunque ya ni siquiera me recuerde.

(...) <<Lo juro.>> Y un juramento tal hizo que el tiempo me pasara factura. Y yo siempre estuve dispuesta a pagarla. Y tal vez mereció la pena. 

                                                                                                       —Reven

miércoles, 5 de marzo de 2014

Celia

El respiro del eterno ayer. Otra vez...

Desde el pasado mes de abril una misma imagen ronda mi cabeza. La imagen de Dee Dee girando aquella ruleta prismática que reflejaba un mundo inerte y le hacía cobrar vida al rotar.

Recuerdo sus ojos intrigantes y su mirada al infinito mientras el nombre de Celia nacía y moría una y otra vez en sus labios. Y lo hago de forma tal que casi puedo verlo de nuevo frente a mí, jugando con su praxinoscopio, hablándome sobre su niña. Al menos dudó, lo hice dudar. Celia estuvo en su cabeza, aunque después fuera descartado.Aunque su duda solo durara un instante.

Nos escucho hablar con música suave de fondo. Aquello fue bonito, muy bonito. Sentí la ternura en sus palabras cuando pensaba en ella. Le hablé de las ventajas de que naciera en mayo, como una misma. Sabía que no iba a conocerla. Que al menos por el momento no podría sonreir al ver su carita, ni su posible pelo rizado. Al menos me hubiese gustado hallar algún punto en común con ella.

Qué bonita será. Y qué bonito sería verlos caminar de la mano. <<Algún día...>>. 

                                                                                                          
                                                                                                           —Reven    
                              
                                                                                                                                 

lunes, 3 de marzo de 2014

A mi gran amor. (Siempre encontrado y jamás perdido)


Hace tiempo, mucho tiempo que el amor más real que he sentido llegó a mis aurículas. Impaciente, deseosa de inundarme, su caricia agridulce, su voz dormida y despierta fue impulsada por mis ventrículos a mis arterias. Y desde entonces no deja de fluir, de recorrer mis entrañas y mi cuerpo de arriba abajo, regresando siempre a su punto de origen. Desde hace mucho tiempo. No me da miedo. La lectura me tiene enamorada. 

El llanto nubla mis pupilas al pasar los ojos sobre las páginas de un libro. Los autores llegan hasta mi alma con sus historias latentes y escritas, con sus palabras, con su dulzura. Con su amargura. Siento su dolor y su calma, como tantas otras personas. Como yo, nadie se libra de su influencia. Y como yo, nadie le reprocha nada.

Recomiendo a todos aquellos lectores insaciables que intenten captar el sentido crítico. Que no se limiten a leer lo que está escrito. A veces leer entre líneas es muy, muy importante. A veces la historia se construye entre espacios en blanco. A veces un no decir nada lo dice todo. A veces es una simple intención oculta aquello que nos delata.  

                                                                                                                             —Reven

domingo, 2 de marzo de 2014

Injusticia temporal

Hace mucho tiempo que el agua se condensa en los cristales de mi ventana inexistente. Latente. Latente como yo misma. 

Es inevitable que aparezcan problemas, dificultades. Cuando lo hacen demostramos quiénes somos valientes y quiénes no. Quiénes estamos dispuestos a luchar. Valientes, luchad por vivir. Por saltar las murallas. 

La vida no es justa. La vida es así. Estemos aquí, dispuestos a matizar. A hacer la injusticia maleable y llevarla por nuestro camino. Aceptémosla. Abracémosla, hagámosla nuestra. Hasta que parezca que ha desaparecido. 
 
Joey, juntos sonaremos más fuerte que ellos. Sí. Sí, eso debe ser. Debe ser así. Lo será. Juro que lo será. Se fue, de vacaciones, pero jamás volvió. Y no volverá. Realmente hay que reconocer lo obvio. El tiempo es corto y nunca, nunca podremos alargarlo. Pero sí hacerlo maleable. 

Si he de enfrentarme a un mundo injusto y un tiempo finito decidiré al menos cómo manejarlos. Jamás salir del camino, siempre levantarme de las caídas. Así siempre. Así viviré, viviré de verdad. Dentro de mi injusticia temporal. 

                                                                                                     —Reven