viernes, 2 de marzo de 2018

Cuando miras largo tiempo a un abismo

Dicen que contemplar la inmensidad del mar es el mejor remedio contra los aires de superioridad. Y es cierto que el llanto más doloroso y abundante se camufla entre las olas igual que una mota de polvo en el espacio abierto. También funciona con el cielo y el abismo. Y pasa que Nietzsche tenía razón cuando decía que si se mira durante mucho tiempo el abismo, al final este termina mirando dentro del originario espectador. El todo dentro de la nada, para salvarla del vacío.
El tiempo nada mar adentro, se deja arrastrar por las olas hasta otras costas con menos rocas, más arena suave y menos sal.
Creo que por todo esto la naturaleza inventó acantilados. El lugar predilecto para poner el alma a reflexionar es, en efecto aquel en el que rompe el tiempo con las olas. Empapan cuando sube la marea los corazones rotos, con lágrimas de nostalgia, alegría, soledad... Y a los sanos, a los fuertes, a quienes no tienen miedo, les impregna el recuerdo de que el tiempo pasa, y erosiona. Las miradas, los recuerdos, la tristeza.
Tiempo, llévame hasta el lugar donde se juntan el cielo y el mar.


Cuando miras largo tiempo a un abismo - Esther Moral. Amoral