jueves, 31 de agosto de 2017

Leviatán el Malo

Anoche vi al diablo 
cruzar la esquina izquierda
de la primera calle. 
Abandonó la avenida sin mirar atrás,
ni adelante. 
Vestía pulcro traje de color azabache. 
Zapatos negros
en el asfalto hundieron vendavales. 

Anoche vi al demonio
en el baile de máscaras. 
Se deslizó a mis espaldas como una sombra.
Hizo sonar rumor de azufre;
olor del fuego y sabor a tempestad. 

Anoche vi a Leviatán -el Malo- en sueños. 
Tenía los ojos claros; el pelo oscuro 
se desmayaba en su frente.
Sonrisa pulcra curvaba su rostro
ardiente y sin escapatoria posible. 
Delitos sin nombre atravesaron mis venas; 
forzaron el arrepentimiento
sin respuesta alguna.

Habló con voz clara y profunda,
sosegado. 
Y en el fuego de mil soles ardieron
de pronto todos:
sus condenados. 

domingo, 20 de agosto de 2017

Homofobia

Quiero hablar de un mal social y ¡no! No me interesan las falsas ilusiones acerca de lo muchísimo que hemos avanzado. Está bien eso de aceptar y ser tolerante; pero, reconozcámoslo: sobre ciertos temas la sociedad vierte una vomitiva tolerancia de garrafón. 
Es fácil esconderse sobre el "yo lo respeto", se comparta o no. Es fácil instar al amor libre, al no esconderse, al ser libre cuando la historia pertenece a terceros y se es un mero espectador. Pero cuando el asunto toca de cerca la cosa cambia, y no sé por qué, pero así es, y es cierto: pensamos que aquello que defendíamos simplemente no es para nosotros, que no puede "tocarnos". A nosotros no. 
Lo genérico, como es apreciable, se concreta poco a poco, y aunque esta introducción pudiera encabezar numerosos temas de desarrollo, este es el que yo elijo. Se habla del amor libre; se explican las diferencias entre caso y caso, y entre el hoy y el ayer. Cierto es: al menos hoy se acepta lo que a muchos costó incluso la vida, pero, ¿a caso eso es todo? ¿De verdad el problema se acaba ahí? No. 
La homosexualidad ya no es un delito en occidente, pero su aceptación y respeto, como digo, sólo son relativos. Lo mismo ocurre con otras orientaciones sexuales, como lo es la bisexualidad (al igual que las distintas identidades de género), entre otras.  Como digo lo deseable no consta de una aceptación 0%, un respeto light o una tolerancia barata, un "yo tengo algunos amigos gays" o un "mientras no hagan daño a nadie...". No. Lo deseable es eliminar los prejuicios y clichés que tanto daño hacen. 
Lo deseable es aceptar (y aceptarse) completa y sinceramente que, sea cual sea nuestra preferencia, todos somos iguales. No se trata de imponer o imponerse etiquetas, sino de actuar libremente y en consecuencia con aquello que nos haga felices. Que elegir a quién amar no condicione otros amores, otros apoyos y comprensiones, porque la familia está ahí pase lo que pase, pero a veces simplemente esa incondicionalidad es descremada. 
Porque no siempre "eres mi hij@, y te querré elijas lo que elijas". Porque llegar a casa de la mano de alguien en ocasiones genera miedo, tristeza, y no alegría. Porque no todo el mundo ve personas, sino cuerpos. Cuerpos que han de ser identificados y socialmente aceptados si quieren tener cabida en la familia. Triste. Muy triste. Demasiado, para lo mucho que hemos avanzado. 
Hasta el día en que "confesarnos" no sea necesario no podré decir que la homofobia sea un mal social erradicado.