martes, 25 de marzo de 2014

A la urbanidad egoísta

 Regreso a la magia sin ser libre. Sin poder soñar, sin poder saborear Madrid y su urbanidad. Solamente he podido respirar témpanos de hielo de su atmósfera. Más invierno que primavera. Más sueño que realidad.

Hoy por hoy nace una época en la que las ciudades parecen sangre egoísta. Glóbulos rojos con dos tipos de antígenos, de colonizadores, sin ningún anticuerpo. Sin Rh+. Lugares perdidos en el tiempo y la memoria. Lugares para mis delirios. Lugares que dan cobijo al mundo. A la urbanidad egoísta.  Y la sangre viene a cuento cuando palpita y llama. Cuando electriza. 

Cuando se refiere a meras condiciones. Cuando ya no hay lugar para las casualidades. 

Desearía seguir siendo un enigma. Para mí misma. Para los demás. Supongo que no siempre hay lugar para esconderse. Supogo que hay veces en las que todo está escrito para aquellos capaces de ver sin mirar.

Supongo que ciertas certezas son verídicas únicamente para unos pocos. Supongo que esos pocos entenderían estas palabras. 

(A Ludwig, por dar cuerpo a sus palabras)

                                                                                                                                —Reven


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