domingo, 29 de diciembre de 2013

A la brillante luz de las estrellas de diciembre

Sabes que eres una persona de palabra cuando cumples hasta las promesas más descabelladas. Cuando cumples hasta el extremo. Cuando, a pesar de tus deseos, cumples aquello que alguien quizá pasó por alto. Aquello de "te querré siempre". 

...

Me encuentro sola rodeada de gente. Mi teléfono móvil es mi única compañía. Guardado en mi bolsillo, suena; alguien me reclama. Lo ignoro. Quizá lo que busque sea estar sola. 
Alzo la cabeza para contemplar el oscuro cielo. Las constelaciones parecen estar clavadas con chinchetas (<<Ponlo tú. El color que quieras>>). Mi aliento gélido sale de mi garganta como si del humo de un cigarro fantasma se tratase. 

Localizo a Orión rápidamente; siempre me observa desde allí. Deslizo la mirada hacia la derecha, un poco más arriba: Tauro. Vuelvo a pasar por Orión, abajo a la izquierda: el Can Mayor. Busco a Perseo, pero algo me impide continuar. Una estrella fugaz surca  el gigantesco tablón de anuncios. 

Y yo, sola y perdida en este lugar lleno de gente extraña (¡todos son iguales!) me siento como aquella estrella perdida. Para ella no hay lugar en ninguna constelación. 

Quizá fuese una lágrima del cielo que necesitaba escapar. Después de todo él está saturado de belleza. Una herida no lo puede empañar. 

                                                                                                              —Reven



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