sábado, 5 de septiembre de 2015

Claro de luna

Ya no hay luces,
ni sombras ni silencio
desde que te fuiste. 
Sé que acostumbrarme a  tu ausencia
es solo cuestión 
de atardeceres y madrugadas 
lejos de ti.

Pero, aunque a penas estuviéramos cerca,
nunca me faltó tu calor en las noches,
cuando no era el frío quien me helaba. 
Sino la soledad.
Porque, aunque no existen días sin sol,
sí hay noches sin luna. 

Porque estaba cansada
de perseguir la inspiración 
en antiguos cuentos de hadas olvidados. 
Y entonces llegaste tú 
para empujarme a crear belleza en mis odas, 
o las tuyas, 
porque siempre estuvieron 
dedicadas a tu rostro. 

Porque nunca creí en la prosa poética, 
y ahora aquí me tienes convirtiendo líneas 
que pretendían ser hermosas
en un poema para ti.
Incluso ahora.
Cuando nuestra historia 
se halla sumida en un profundo sueño
que no sé siquiera si tendrá fin.

Y aunque todo cambia,
o mejor dicho, evoluciona
—incluidos nosotros—, los corazones, 
aun estando rotos,  
siguen siendo los mismos. 
Todos tenemos un sueño
que culmina en la felicidad. 
Yo deseo ser feliz, 
y también que tú lo seas. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario