jueves, 27 de febrero de 2014

Frenesí

Cerrar los ojos, tomar aire. Respirar. Otra vez. Pensar en blanco y negro me hace fuerte. Y el matiz me impulsa a actuar. Sin parar, sin razonar. Sin recordar. Actuar por instinto revela nuestra esencia, nuestro yo más primitivo. Descubre mis delirios. 

Una mente temeraria salta desde un tren en marcha. Un alma vengativa castiga con la misma fuerza que se le impuso. Una persona altruísta se arriesga por salvar a otros. Un bárbaro lucha para acabar con su enemigo a toda costa. Un alma suicida desea acabar con todo. Alguien inteligente busca estrategias de guerra.

 Alguien valiente se atreve a hablar. A utilizar el arma de su voz en mitad del frenesí. Alguien que siempre se queda de pie. Alguien que controla su miedo. Alguien que sabe reconocer sus errores y pedir perdón. Alguien que lucha hasta el final, incluso contra sí mismo. Alguien que lucha por algo que de verdad merece la pena. Y soporta puñaladas.

En la guerra contra mí misma las cortinas me caen encima. Apagan las llamas que abrasaban las ruinas extendidas por todo mi ser. Ahogan el fuego que mantenía las brasas ardiendo. Las mismas que me quemaban de la cabeza a los pies. Todo vuelve con doce meses de diferencia. Pero ya no hay fuego, ya no hay calor. Ya no hay nada. Vuelvo a ser helada y blanca. Como siempre debió ser. Vuelvo a la vida, después de todo. 

Las luces se apagan cuando estamos perdidos y encontrados. Caricia oscura sobre piel blanca. Manos temblorosas sobre negro. Sobre blanco y negro. Blanco sobre negro. Negro sobre blanco.  Ojalá hubiera aprendido a ser prudente. Ojalá supiera controlar mis impulsos. Dolor, no me importaste. 

                                                                                                   —Reven

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