martes, 18 de febrero de 2014

Adiós, dudas de cruce.

El estrés y el agobio de la presión del futuro se han ido. Al fin han desaparecido. 

Mi yo científico sucumbe. La fascinación del laboratorio finalmente se aparta de mi camino y acepta quedarse en una mera curiosidad. En algo que podría haber pasado y, sin embargo, no lo hará. 

Mi yo niña me pregunta extrañada qué pasó con aquella atracción hacia las rocas. Los cristales aún hoy me deslumbran; pero la atracción magnética es, en definitiva, más fuerte. 

Ahora que he elegido un camino y me despido del otro, me percato de todo echando una mirada atrás. Estuvo ahí. La respuesta siempre estuvo ahí. Después de todo; ¿me equivoqué al dejar que mi sueño se ocultara tras mi piel? Ahora, sin los pasos de Dee Dee atravesando el pasillo, nada es igual. Pero nada ha cambiado. La Sala Onírica siempre me ha hecho soñar. Ahora pauso mi formación artística para mañana dejar de soñar y empezar a vivir. 

Las letras me envuelven y me abrazan dándome la bienvenida. Estoy feliz. Todo esto ha merecido la pena. Y yo soy recíproca. 

Soy recíproca, romántica, de color negro, reflexiva, no normal, subjetiva... Me gusta el ruido de la ciudad y el silencio de mi tierra. Me fundo con los olores que me apasionan: el olor a libro: el olor a pasado, presente y futuro; el olor a mapas geográficos y a globo terráqueo. Me gusta el sonido de las llaves al abrir una puerta y el de la voz de Johnny. Me gusta el silencio, y el ambiente de persianas bajadas

Salgo de la cueva y comienzo a caminar. Feliz me dirijo a las Carreras Oscuras. 

                                                                                                            —Reven

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