Subí la escalera decidida. Tenía miedo, pero al menos había
conseguido escapar de allí. Al menos los escombros ya no caían sobre mí.
Siempre me tuve por una chica lista; pero ese día aprendí
una lección muy importante: no te hagas prisionero de una salida o de una vía
de escape. Estaba en el piso superior, me creí a salvo, pero no. Jamás puedes
estar a salvo si la escalera que tomas es la que sube. Tonta de mí, me encerré definitivamente
en aquel lugar”
—Reven
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