miércoles, 30 de julio de 2014

Muchas otras veces

A veces... Muchas otras veces me da por soñar.

A veces

¿Qué es esto que me ata y me rechaza a su vez? A veces pienso lo que conlleva todo esto, al mismo tiempo que su causa.
A veces no puedo evitar sentir mi cuerpo demasiado pesado para mí. No puedo irme, pero  tampoco quedarme. El lugar me está vetado. Peso demasiado para sostenerme de pie.
A veces no puedo evitar echar mil cosas de menos. Esas cosas que todo el mundo odia, y esas otras que todo ser viviente querría. Que toda persona perseguiría hasta morir con tal de sostenerlo entre sus manos por una vez, durante unos hermosos y castigadores instantes.

domingo, 27 de julio de 2014

Al margen de los hechos

Al margen de los hechos; siempre queda algo que añadir. 
A veces es inútil tratar de escapar de la incertidumbre, del bullicio que grita verdades inaudibles. Sabe que está ahí, pero no cómo, ni cuánto va a durar. Y eso es a lo único que uno puede agarrarse. 
Otras, en cambio, el silencio susurra las respuestas a tantas preguntas arrojadas al viento, y es el eco de su voz cuanto se puede escuchar. Aquello que es cierto, y se sabe sin saber por qué. Que vuelve, una y otra vez, que llegará algún día. Sí, algún día. Si acaso lo olvidara, recuérdamelo. Tantas veces como sea necesario, hasta el final. Hasta el último punto y final, que resulta ser el último suspiro.

martes, 15 de julio de 2014

Una pincelada blanca

Ondear en el viento para escapar de un lugar que no es el tuyo, ¿tiene sentido? Alguien me dijo una vez que el viento se mueve en círculos,  y que todo círculo es infinito, no tiene ni principio ni final. Y que siempre regresa al mismo lugar. Adoro el frío, pero es duro sentir punzadas de frío al respirar.
Ahora la voz rota de Alice Cooper me desgarra con su veneno, otra vez. Es duro tener que regresar a esto: a utilizarlo como un medio para evadirme de la realidad. No quiero más evasiones. No quiero volver a escapar.
Todos juran y prometen un futuro mejor y más puro desde la felicidad, y no digo que mientan . Pero esto no es el futuro, es el maldito y asqueroso ahora.
Entonces la canción acaba, y descubro que todo es verdad. Que el ahora sea negro significa que en el horizonte hay un después más limpio –siempre estropeo mis pinturas al usar el negro. ¿Se podrá ser más manisa? Pero, espera... Al negro siempre puede taparlo el blanco. No es un cambio brusco, y eso es lo mejor: perderse en la magia de los matices. Aunque suponga adentrarme y arrastrar a otros conmigo al desierto gris–, y que algún día llegará. Y esa es su única ventaja.
Y yo me quedo con eso. Nadie puede hacerme dudar.

viernes, 11 de julio de 2014

De una noche de verano

Después de tanto superar, de tanto resistir, de tanto recaer, me vuelvo a empujar. ¿Por qué volver a insistir? ¿Por qué volver a caminar?
Las noches discurren para todos igual. Sin luz ni oscuridad. Sin alegría ni pena alguna. Pero a mí, cuando me bañan las ráfagas de viento que traen sus palabras, se me acelera el corazón y la mente, y no puedo pensar en nada más que en la luz de su mirada. Y, de repente, me descubro pérdida con el fantasma de su voz.

lunes, 7 de julio de 2014

El desierto de grises

Verano... ¿quién eres tú, verano? Te diré que careces de significado.
 Solo sé que el viento me consume y me envuelve en un remolino de imágenes que me golpean sin parar. No me permiten pensar, no me dejan escapar.
Julio devuelve el tiempo de suspiros, de añoranza, de mirar por la ventana en busca de un minúsculo agujero por el que escapar de él. Por el que escapar de todo.
Regreso a un momento cuyos antecedentes no son más que borrones en mi memoria. Curiosamente, aquella barca a la deriva siempre ha sabido mantenerse a flote. Como el náufrago de aquel relato que Dativo me recomendó leer.
Me concentro en esa barca y, por un instante, puedo ver a mi hermana sentada frente aquel viejo ordenador blanco. En la pesada pantalla se divisan múltiples círculos y óvalos  de colores que alguien plantó sobre un sobrio fondo negro. Ella los dibujó para mí. Con un dedo me señala cada cuerpo redondo, en busca de mis respuestas carentes de sentido a cerca de su color. A petición mía.
Entonces no entendía qué me hacía diferente. Entonces no sabía qué era caminar en un desierto de grises, ni comprendía que siempre estaría perdida en ese lugar. De alguna forma aquel juego inocente me hacía pensar que algún día todo acabaría. Que sabría salir de allí. Y que alguien me ayudaría. 
Su cumpleaños, hace dos días, resultó ser el culpable. El culpable de que me de cuenta por enésima vez de que ella siempre ha sido mi pilar, que me da fuerzas y confianzas para avanzar, aunque ya nunca camine de su mano. 

Y, al abrir los ojos, me percato de que ya estoy matriculada. Oficialmente, estoy en 1º de Bachillerato de Ciencias Sociales y Humanidades. Espero que en el futuro conserve la felicidad y la decisión con la que hoy inicio esta nueva etapa. Es ahora cuando empiezo a recorrer mi camino.

miércoles, 2 de julio de 2014

Luz del alba

La tormenta alcanza su clímax a las doce en punto. Como un incendio voraz arrasa con todo a su paso. Abate un tiempo proclive a desaparecer cruelmente. Sin piedad.
Pero a su fin siempre llega la calma. Ya no hay truenos de medianoche, sino la luz de un alba inminente que precede a un nuevo día.