martes, 31 de diciembre de 2013

Al viejo año que se va

<<Empieza un año muy importante>> Le escuché decir. Sin saber por qué tras esas palabras, en el brindis, me dio un vuelco el corazón. 

Cómo imaginar la de cosas que acontecerían en sólo doce meses... Enero y febrero trajeron la tranquilidad. Tranquilidad en el sentido emocional. A pesar de todo, no estaba atrapada en mí misma. 

Marzo, abril y mayo: la felicidad extrema. El riesgo de amar o no amar. Bonito, visto desde fuera. Toda una serie de acontecimientos que me llevaron a empezar Sweet Pain. Junio, julio y agosto: la muerte. No hay lugar para más matices. 

Septiembre, octubre y noviembre: el nuevo despertar. El cielo me ofreció una tregua y me envió nuevamente a ese ángel perdido que anteriormente me había arrebatado. Removí mil tranquilidades para volver al instituto unos días antes de tiempo. Avancé ansiosa, a toda prisa por el pasillo; <<¿Están de reunión? Qué más da>>. Me planté junto a la puerta y esperé. Alguien fue a buscarlo, y al instante apareció. Dee Dee volvió a estar frente a mí. Y yo fui feliz durante el resto del mes. 

Diciembre... la muerte me acecha de nuevo. No dejarme derrotar, eso es lo que debo hacer a partir de ahora. 

"Me asomé a la ventana aquella dulce madrugada. Las estrellas brillaban tanto como mis ojos. El viento hacía los coros del latido de mi corazón. El cristal estaba frío, pero no me importó. Vi una sonrisa reflejarse en él. <<Soy feliz. Aunque quizá todo podría torcerse... ¿Y si no fuera bien?, ¿y si apareciera otra?, ¿y si me hiciera sufrir? ¿y si...? ¿y si...? , ¿y si...? ¡Da igual! Por una vez en mi vida quiero arriesgarme. Por él voy a arriesgarme>>." 

Y todas esas estrellas fugaces que surcaron el cielo cada madrugada que lo observé se corresponden con las heridas que este año me ha dejado. Me siento afortunada de que el cielo llore mis penas y celebre mis alegrías, pues cada nueva herida es también una nueva esperanza. 

Este año las personas que considero importantes para mí han podido conocerme. Este año al fin mis palabras no se han quedado en el aire, como antaño. Jamás volverán a morir en mis entrañas. 

Esta noche, aunque el cielo esté nublado, las estrellas serán los sueños que tengo para el año siguiente. Ellas siempre me vigilan y custodian a quienes ya no pueden hacerlo desde aquí. Los corazones partidos renacerán al fin. <<Año nuevo, vida nueva>> No espero menos. 

Feliz 2014. 

                                                                                                            —Reven


Felicidades, Lili

Me es imposible levantarme una mañana sin pensar en ti. Estás en todas las veinticuatro horas de mis días. 
Si, por descuido, cometo la osadía de no pensarte, recibo al instante un mensaje tuyo. <<Lo siento, Valdés>> murmullo sonriendo.  Te mereces cada uno de mis pensamientos, a cambio de las veces que me has ayudado a no caer o a levantarme. 
Naciste cuando yo aún no tenía conciencia, a pesar de los testimonios que afirman mi destreza al hablar con un escaso añito de vida. Todo apuntaba a la evidencia: ¿Es que tú no te callas nunca! (Dativo, te hago caso con esos dichosos signos) No. No es mi intención esconder las verdades mentirosas o las mentiras certeras que habitan en mi mente. 
No confundamos; soy sincera. Y sinceramente escribo todas las entradas. Sinceramente, Lli: mil gracias por ser tú. Mil gracias por estar siempre conmigo. 

Felicidades, un año más, no sólo por tu nuevo año, sino por ser una persona sobresaliente. Te quiere: 

                                                                                                       —Reven

lunes, 30 de diciembre de 2013

Aférrate a mi corazón

A las puertas del cielo osé asomarme sin pensar en el abismo que había bajo mis pies. A pesar de mi mal equilibrio y la corta longitud de mis piernas, decidí arriesgarme y saltar. La pequeña plataforma que me sostenía quebró, era de cristal frágil. 
Tras el salto y el grito ahogado en el vacío, llegue. No pude entrar, mis pies no tocaron su suelo de nubes. Únicamente logré agarrarme a los barrotes, suficiente para no caer. 
Uno y otro balanceo, se me cansa el brazo. <<¡Agárrate! Aférrate a mi corazón, jamás te dejaré caer>>. Lo hice sin sospechar que un corazón roto quizá no sostuviera mi peso. 
Y no lo hizo. Ahora me siento caer en el abismo de mis propios reproches. <<Te lo dije, Reven. No dirás que no te lo advertí>>. Condenada para siempre a caer, presa de mis propias promesas.

Grito a pleno pulmón con los Ramones a todo volumen de fondo para que así consigamos callar su voz perdida. Para juntos sonar más fuerte que aquellos fallecidos "te quieros".
      
                                                                                          —Reven

domingo, 29 de diciembre de 2013

A la brillante luz de las estrellas de diciembre

Sabes que eres una persona de palabra cuando cumples hasta las promesas más descabelladas. Cuando cumples hasta el extremo. Cuando, a pesar de tus deseos, cumples aquello que alguien quizá pasó por alto. Aquello de "te querré siempre". 

...

Me encuentro sola rodeada de gente. Mi teléfono móvil es mi única compañía. Guardado en mi bolsillo, suena; alguien me reclama. Lo ignoro. Quizá lo que busque sea estar sola. 
Alzo la cabeza para contemplar el oscuro cielo. Las constelaciones parecen estar clavadas con chinchetas (<<Ponlo tú. El color que quieras>>). Mi aliento gélido sale de mi garganta como si del humo de un cigarro fantasma se tratase. 

Localizo a Orión rápidamente; siempre me observa desde allí. Deslizo la mirada hacia la derecha, un poco más arriba: Tauro. Vuelvo a pasar por Orión, abajo a la izquierda: el Can Mayor. Busco a Perseo, pero algo me impide continuar. Una estrella fugaz surca  el gigantesco tablón de anuncios. 

Y yo, sola y perdida en este lugar lleno de gente extraña (¡todos son iguales!) me siento como aquella estrella perdida. Para ella no hay lugar en ninguna constelación. 

Quizá fuese una lágrima del cielo que necesitaba escapar. Después de todo él está saturado de belleza. Una herida no lo puede empañar. 

                                                                                                              —Reven



jueves, 26 de diciembre de 2013

Nuevamente a modo de historia

"(...) Miré a derecha e izquierda; desierto. Sentí el frágil palpitar de sus pupilas a exactamente 12,3 metros de mí, clavándose en mi nuca. Me giré suavemente. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Nos fuimos acercando acelerando el paso progresivamente. Puede que por delante hubiese una eternidad, pero no podíamos permitirle seguir haciéndose de rogar. (...)" 

                                                                                                              —Reven

domingo, 22 de diciembre de 2013

El pasillo de la cueva de Neuschwanstein

Cada mañana lo frecuento ansiosa pensando que puedo limitar su ausencia. Cada día cuento las horas que faltan para cruzarme nuevamente con su mirada. 

La amargura desaparece en su totalidad con la aparición de la tranquilidad de su mirada. Y aquí me encuentro hoy, abandonada a la intemperie del dolor, creyéndome perdida por momentos, desvariando y delirando sin hallar consuelo. Añoro la dulzura que de su voz profunda. Extraño en mis noches lóbregas inundadas de recuerdos el palpitar de sus pupilas. El edulcorante capaz de dilatar las mías. 

"Apoyado frente mi puerta vecina. Mirada al infinito. Mi corazón se contrae y se dilata al ritmo de aquellas palabras que sólo él podría pronunciar. <<Quiero acercarme>>, pensé. Aunque entonces ya supiera que él era como el fuego."

                                                                                                             —Reven

viernes, 20 de diciembre de 2013

El despacho de Godoy



Los olores son la perdición de mis sentidos. A lo largo de mi vida (más en estos últimos años) he concebido la idea del olor como un sentimiento puramente místico. Cuando capto un olor no lo hago con mis fosas nasales. Siento el aroma y dejo que penetre en mi espíritu. Hago que permanezca allí un periodo de tiempo variable, hasta que comprendo su psicología y me fundo con él.

Por agradable o repugnante que sea, siempre  les dedico una parte importante de mi tiempo. A cambio ellos me hacen experimentar sensaciones incomparables con las del a veces vulgar sentido de la vista, y digo vulgar porque pocos sabemos apreciar lo que vemos. Pocos sabemos sentirlo en vez de verlo.

Me hacen revivir, recordar, sentirme en mis amados lugares remotos e inexistentes para los demás.  Colapso de sensaciones. Sumisa a él me dejo emborrachar por su esencia.

Con paso aún tambaleante, salgo del despacho de Godoy y avanzo a través del pasillo. Me voy borracha de su olor a pasado. a presente y a futuro. 

                                                                                                        —Reven

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Las columnas de El Prado

Esta vez sí ha sido cansancio agotados, del que revienta el alma en vez del cuerpo. Ni una sola queja de dolor ha acudido a mis labios hoy. Sin embargo el otro día no estaba cansada. Tampoco tuve frío, a pesar del vaho emergente de mi boca. Hoy el sol más ardiente me congelaba la sangre en las venas y las lágrimas en los ojos.

Recorrer nuevamente todas esas calles me ha hecho pensar. Sin quererlo me he percatado de algo importante. Ahora sé lo que hace a Madrid mágica. 

                                                                                                               —Reven

sábado, 14 de diciembre de 2013

Paso de cebra



Ya no hace frío. El cansancio,  el dolor y el aire congelado han desaparecido.

                                                                                                            —Reven

Área 77



Anoche estaba cansada, desde luego. Acababa de llegar de esa mágica ciudad llamada Madrid, después de un día de ensueño por sus calles.
Esa misma mañana había despertado eufórica por el día que me esperaba. Me levanté de la cama al primer pitido de mi alarma.  Monté al autobús ansiosa, no lo niego, después de todo la ocasión lo merecía.

Al poner el primer pie en Madrid no pude evitar pensar “Pasado mañana…”. Decidí parar ahí, no serviría de nada torturarme de esa forma en un día como ese. Descendimos desde la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando hasta Sol, buscando cualquier entretenimiento hasta nuestro turno de visitarla. Todo recto, hablando con una voz bastante elevada y haciendo estupideces, a fin de cuentas nadie de allí nos conocía, y tampoco volveríamos a verlos. Todos felices, todos ajenos al revuelto de sensaciones que en mi interior habitaba. Inconscientemente lo buscaba con la mirada, me odié. Rápidamente me giré para buscar a Johnny y Hester: <<Ahí están>>. Encontrarlos me hizo sentir mejor. El río volvió a su cauce.
 Todos felices, todos caminando hacia delante con entusiasmo sin recordar siquiera el 
camino de vuelta. En cuestión de unos minutos nos encontramos metidos en una calle cercana a Sol de la que nadie sabía regresar. Cómo no, todos absortos y maravillados por la magia de Madrid. En cuanto a mí, que me había preocupado de mantener la sangre fría por prudencia, por no recordar, había ido fijándome en carteles, escaparates, adornos… <<Seguidme>>les dije, y unos minutos después volvimos a estar en las puertas de la Real Academia.

Entramos con la mochila por delante. Subimos y bajamos escaleras, cruzamos de unas salas a otras, vimos cuadros y esculturas. Caminando me topé de frente con uno de mis cuadros favoritos de Napoleón <<Está aquí, señor Bonaparte…>>.

Salimos, directos a Callao. Allí volvimos a dividirnos: profesores por un lado, alumnos por otro. Comí con unos amigos. El fenómeno perdidos  se produjo de nuevo. Increíble, a pesar de mi pésima orientación les conduje de nuevo hasta el punto de encuentro.

Camino a El Prado. Sin quererlo volvimos a quedar divididos. Caminamos durante un largo rato, a paso más que ligero. Había perdido de vista a mis amigas desde hacía rato. Suerte que Johnny estaba cerca. Paso de cebra <<¡Cuidado!>>, semáforo cómplice y traicionero. Puerta equivocada, al menos habíamos encontrado a los demás. Descanso después de la caminata y el dolor de piernas. No me importaste, dolor.
Entré con Hester. Cuadros y esculturas que me llegaron al corazón de nuevo.  Velázquez, Goya, Rubens, Zurbarán… Por casualidad mis ojos se deslizaron hacia un rincón y me encontré con la mirada de Ludwig. <<No se puede hacer fotos>> dijo una guarda amargada <<Mierda…>> quise contestar. No podía llevarme esas imágenes conmigo.

Avalancha a la salida. Condensados los frescos recuerdos de aquel inigualable día me acomodé en mi asiento. Adiós, Madrid. Nunca olvidaré el viaje de vuelta. Descanso en el Área 77. Incluso allí hubo algo que lo hizo perfecto. Vuelta al autobús. Llegada al instituto, otra vez. <<Buenas noches…>>.

Nunca olvidaré el viaje de vuelta. 

                                                                                                         —Reven

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Boca de pasillo



Jamás podré llegar a describir la sensación de estar en mí, estar en él y estar fuera de ambos, contemplando la escena desde las proximidades. Sentir sus ojos en la nuca, mirarlo de frente, ser testigo de cómo la mitad de mi rostro se ocultaba mientras cogía fuerzas y tomaba aire una vez más.  Todo al mismo tiempo. Todo fugaces sueños que se tornan realidad y marcan mi mente y mi espíritu. 

                                                                                                      —Reven 

Siete vidas, prometí

Siete vidas, prometí. 
Todo a su tiempo, a su momento, a su lugar. Tengo fe a pesar de todo.

                                                                                                                                 —Reven

sábado, 7 de diciembre de 2013

Y es que la gente como yo murió en el siglo XIX

Anoche me acosté preocupada, pero feliz. Sólo podía pensar "Falta tan poco para verte...". Todo en mi cabeza pintaba ser magnífico, hasta que amaneció. Este inusual brillante y cálido sol de dicienbre me despierta de mi ensoñación y me arranca la felicidad con sus rayos helados que caen como témpanos de hielo. 
Tengo frío a pesar de la calefacción. Tengo frío a pesar de las mantas. Me duele el  lado contrario al corazón, como ya dije una vez. 
Todo hubiera sido más fácil para mí si hubiese nacido en la época que me corresponde. Quizá y sólo quizá jamás te hubiese conocido, y no tendría que ver con impotencia como mi mente devora a mi alma. Incluso mi cuerpo queda afectado por las heridas de la distancia y el tiempo.

                                                                                                           —Reven