lunes, 25 de noviembre de 2013

Para Ángel

Esta mañana al despertar, sin saber ni cómo ni por qué, me he acordado de alguien. Él es una persona importante, a quien llevo ya tres años sin ver. 

Su cometido en el instituto era impartir clases de Lengua y Literatura, no obstante ningún libro de texto era el protagonista de sus clases.  A efectos prácticos fue algo más, algo mucho más importante. Fue mi profesor en la materia de la vida, la que siempre termina en suspenso y ninguno es capaz de superar. Él nos enseñó las mil y una cosas que ningún otro pudo enseñarnos. Nos hizo tolerantes, respetuosos y libre. Nos hizo lo que somos: personas. 

Tres años después de aquel "adiós" que en un principio pintaba ser un "hasta septiembre", su recuerdo sigue intacto en mi memoria. Cuando todo a mi alrededor ha cambiado, cuando he crecido, cuando mi mentalidad y yo ya no somos las que éramos entonces, sigo recordándolo y admirándolo como aquel año en el que nos enseñó a vivir. Nadie, ni yo ni ninguno de mis compañeros superaremos la asignatura eternamente pendiente de la vida, pero gracias a él, nuestros suspensos serán casi aprobados. 

Recuerdo ser la última en salir de la clase aquel día de junio, observo el cambio que ha habido en mí durante estos últimos tres años y la diferencia es abismal. Sin embargo, nada he olvidado de todo lo que de él aprendí. Y hoy sigo poniéndolo en práctica. 

Me gustaría que algún día estas líneas llegaran a él (aunque seguramente ya ni siquiera me recuerde) y le hicieran ver lo que ha crecido aquella niña de 1º de ESO a la que tuvo que prohibir contestar sus preguntas en clase. No, entonces tampoco acallaba mi opinión y mis argumentos por muchos yunques que me cayeran encima.  
Pese a todo, confío. Confío en volver a cruzarme con él.

                                                                                               
                                                                                                      —Reven

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