viernes, 13 de junio de 2014

Tiempo de descuento

Regreso a aquel lugar donde un día (me parece que fue ayer) le escribía mensajes de texto a María en un lenguaje propio de eruditos. Me hizo la mitad de gracia que a Johnny, que sí lo entendía. La última mirada cómplice de los adláteres en busca de alguna efeméride me estremeció.

Hoy estoy aquí, a pocos metros del hepicentro, en el concurrido centro urbano de "Treyun", como lo llaman en el pueblo de Elena Galán. Hace un calor de mil demonios, más que ayer, a las cinco o seis de la tarde.

Paula nos convocó en el lugar señalado a hora punta, a las nueve, creo recordar. Tengo hambre, por Dios ¡qué sofocón! Lalu está sentada en la otra punta y no puedo comentarle mi jugadón de esta mañana ( está muy ocupada con el España-Holanda, asunto de vital importancia).  Huele a vainilla y no requiere.

Tengo las manos llenas de grasa por el pincho –tortilla. Exquisita, por cierto–. Las putas servilletas ensucian más de lo que limpian. Veremos cuando vuelvan los brasileños. Entonces será otro cantar.

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