lunes, 16 de junio de 2014

Perestroika

«Veo que no hemos perdido el tiempo (…)» apuntaba Dativo en respuesta a aquel comentario que escribí. Aquel que, en lugar de entregar, compartí. 
El tiempo que nos queda entre estas paredes puede medirse en momentos. No puedo evitar pensar en todo lo que quedará durante meses encerrado aquí, cogiendo polvo, descomponiéndome con su ausencia. El silencio de la noche estremecerá cada sombra que oculte mis tambaleantes y ahogados recuerdos. Entre los ladrillos, en las esquinas (en Crisálidas, concretamente), en la cueva,  en el despacho de Godoy, detrás de las puertas... Suspendida me hallaré en el aire, sostenida únicamente por aquel arnés del que el Instructor me colgó en cierta ocasión.
Me niego a pensar en horas,  pues de tal modo terminaré por romperme. Por quebrarme con la fragilidad de un suspiro.

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