domingo, 1 de junio de 2014

Estadio moral de un dictador

Ya no sé quién eres. Ya no sé quién soy. Ya ni siquiera sé si tú lo sabes. 
Hoy es sábado, no viernes, o quizás sea domingo, no puedo estar segura. El tiempo pasa, las horas se alejan y mi mente sigue anclada allí, en veinte segundos de mierda. Veinte segundos que me hicieron cambiar del saber al no saber. De la mente sobrecargada a la mente vacía.
 Vacía, vacía, vacía...
Vacía y ciega, presa y liberada al mismo tiempo. Me ordena, la escucho, la obedezco. La desobedezco, me da grima, me da rabia, me desespera. Cruel, castigadora, como la mente de un dictador. 
Débil, vacilante y turbia, como siempre ha sido. Con la sangre no más caliente, sino menos fría que el mundo ha visto.  
El tenía razón. No eres rentable.

                                                                                                         —Reven

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