Ya no sé quién eres. Ya no sé quién soy. Ya ni siquiera sé si tú lo sabes.
Hoy es sábado, no viernes, o quizás sea domingo, no puedo estar segura. El tiempo pasa, las horas se alejan y mi mente sigue anclada allí, en veinte segundos de mierda. Veinte segundos que me hicieron cambiar del saber al no saber. De la mente sobrecargada a la mente vacía.
Vacía, vacía, vacía...
Vacía y ciega, presa y liberada al mismo tiempo. Me ordena, la escucho, la obedezco. La desobedezco, me da grima, me da rabia, me desespera. Cruel, castigadora, como la mente de un dictador.
Débil, vacilante y turbia, como siempre ha sido. Con la sangre no más caliente, sino menos fría que el mundo ha visto.
El tenía razón. No eres rentable.
—Reven
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