miércoles, 25 de junio de 2014

Otro viaje

Levantarse a las seis de la mañana en pleno verano –así se empeñan en llamarlo–, recién cogidas las vacaciones, para subir a un coche y pasar toda la mañana de acá para allá debe ser síntoma de algo gordo. Algo muy gordo. Quiero a mi hermana y no me gusta dejarla sola cuando tiene que viajar, qué se le va a hacer.
La lluvia tras los cristales me recuerda a otro tiempo, a otro lugar. Ese tiempo para otras cosas, para otras personas, para otra mentalidad. Ese lugar donde el conocimiento del mismo era inferior, donde no supe apreciar enteramente el suelo que pisaba. Pero lo intenté. Juro que lo intenté. Aquella Francia desprovista de su coraza y de su esencia, donde sólo veía la sombra de cualquier catedral, los trazos de cualquier pincel.
Hoy, mañana y siempre parecerá amanecer, allá a lo lejos, donde nace y muere Bayona. Donde cada día despierta arropado por las nubes. Y en cada nube flota el espesor del ayer.

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