sábado, 13 de diciembre de 2014

Renacer

Este año un nuevo regalo ilumina nuestra Navidad. Una nueva vida que llega en el momento más oportuno nos hace sonreír con su llanto. Y digo una, porque a cada parte de mi familia le corresponde ese número. No obstante, por lo que a mí respecta, son dos nuevas lucecitas iluminando mi árbol de Navidad. Igual que años atrás lo fue Sophie, aunque durante ese segundo encuentro apenas pudiera acercarme a ella debido a un resfriado descomunal. 

Hablando de vueltas atrás... En el ayer de 2013 recorrí Madrid perdida, embaucada por su urbanidad, por su humanidad y su vanidad, sus prisas, su atmósfera, sus calles, sus luces, sus semáforos y sus pasos de peatones. Por su gente, el odio y el amor que se respiraba en cada rincón, por las mil historias que en su corazón nacen, transcurren, acontecen, pasan desapercibidas o son sonadas, y terminan. 
En ese ayer me sentí además exhausta, sacudida por la pérdida. Enamorada. Y sin embargo hoy sonrío por la misma causa. Hoy, cuando la esencia de todo se ha recompuesto, cuando la paz, la humanidad y el cariño han unido a los bandos, se produce un alto al fuego. Fuego que ayer bombardeó mis entrañas. 
Hoy puedo decir que el paso del tiempo me ha permitido alcanzar como mínimo el estado de bienestar personal que tanto necesitaba. Puede que aún sea largo y duro el camino a recorrer para alcanzar la felicidad, pero cada vez la siento más cerca. Eso es lo más importante. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario