sábado, 8 de marzo de 2014

Con el lado bueno del infierno

No puedo borrar de mi piel las lágrimas secas. No puedo cambiar lo que sufrí. Pero, a pesar de todo, no puedo cambiar cómo soy. Lo que soy. Nunca me enseñaron a odiar. Nunca aprendí a guardar rencor. 

Soy positiva y me quedo con el lado bueno de las cosas. Con el lado bueno de las tormentas. Con el lado bueno del infierno. No me olvido de que muchas de las lágrimas derramadas escaparon de mi alma cuando era feliz. Calleron a causa de esa felicidad. 

Porque no puedo negar las certezas. Porque pese a lo sucedido más tarde, me hizo feliz. Y eso es lo que quiero recordar. Lo que siempre me hará sonreír. 

Aquel marzo. Aquel pasado ocho de marzo fue un día muy importante. Y a mi pesar, aún hoy he de calificarlo de esa forma. Tal vez ese día me cambió. Me cambió para siempre. Y quizá deba agradecérselo. Gracias a él nació un lugar para mis delirios en el mundo. O quizá un lugar para el mundo en mis delirios. Aunque ya ni siquiera me recuerde.

(...) <<Lo juro.>> Y un juramento tal hizo que el tiempo me pasara factura. Y yo siempre estuve dispuesta a pagarla. Y tal vez mereció la pena. 

                                                                                                       —Reven

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