lunes, 4 de noviembre de 2013

Cita de las diez y cuarto

Hoy voy a hacer algo distinto. Hoy voy a contaros una historia. 

"Tal día como hoy, 4 de noviembre, pero de 1993, un joven citó a su amada en el lugar donde se conocieron para celebrar su aniversario. A las diez y cuarto, en la mesa del rincón, su mesa. Como aquel día, ella debía llevar su pulsera de nácar. Él su corbata azul. A las diez y cuarto, en su mesa. 
Él, como caballero que era, se adelantó a la hora para esperar a su chica, como había visto hacer en las películas. Ella le pediría perdón por haber tardado, él le contestaría que acababa de llegar. Reirían y la cita comenzaría. 
Llegaron las diez y cuarto, y ella no había llegado. Él pensó que quizá hubiesen tenido la misma idea de hacer al hombre esperar, así que no le dio mayor importancia. 
Las diez y media, seguía sin aparecer. Las once menos cuarto, las once... Aún la esperaba. Decidió llamarla para comprobar que todo estaba bien, pero nadie respondía al teléfono. A las once y cuarto su teléfono empezó a sonar. Era ella (o eso creía él). Lo cogió ansioso por escuchar su voz, pero no era la dulce voz que aquella noche le había preguntado la hora. Era un hombre, un extraño. Era la voz de la muerte, que le anunciaba el adiós de su amada. El último, el definitivo. 
Salió corriendo, en busca del taxi más cercano que le llevara a ese hospital. Allí la encontró, tan perfecta como la recordaba, a pesar de sus heridas. A sus ojos siempre lo era, incluso entonces, cuando ya no volvería a escuchar su voz. 
Se acercó a ella y abrazó su cuerpo inmóvil. Le acarició la mejilla con ternura, y entre lágrimas le dijo ese último te quiero que tanto le dolió. Se quitó la corbata y la anudó en su muñeca. A cambio cogió su pulsera. Y, como último adiós, le juró que la esperaría, en su mesa, cada 4 de noviembre, a las diez y cuarto. Siempre. 
Y, como buen caballero, cumplió su promesa. Pasaron los años, pero nunca faltó a su palabra. Hasta que llegó el día en el que el destino o la casualidad se volvió contra él. Su historia le persiguió de principio a fin. No se mintieron al prometerse que pasase lo que pasase, compartirían el mismo destino. 

>>Cuenta la leyenda que cada 4 de noviembre los amantes vuelven a encontrarse. Allí, en su mesa, a las diez y cuarto.<< "



                                                                                                               —Reven






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