Ya no hay luces,
ni sombras ni
silencio
desde que te fuiste.
Sé que acostumbrarme a
tu ausencia
es solo cuestión
de atardeceres y
madrugadas
lejos de ti.
lejos de ti.
Pero, aunque a penas estuviéramos cerca,
nunca me faltó tu calor en las noches,
cuando no era el frío quien me helaba.
Sino la soledad.
Porque, aunque no existen días
sin sol,
sí hay noches sin luna.
Porque estaba cansada
de perseguir la
inspiración
en antiguos cuentos de hadas olvidados.
Y entonces llegaste tú
para
empujarme a crear belleza en mis odas,
o las tuyas,
porque siempre estuvieron
dedicadas a tu rostro.
Porque nunca creí en la prosa poética,
y ahora aquí me
tienes convirtiendo líneas
que pretendían ser hermosas
en un poema para ti.
Incluso ahora.
Cuando
nuestra historia
se halla sumida en un profundo sueño
que no sé siquiera si tendrá fin.
Y aunque todo cambia,
o mejor
dicho, evoluciona
—incluidos nosotros—, los corazones,
aun estando rotos,
siguen siendo los mismos.
Todos tenemos un
sueño
que culmina en la felicidad.
Yo deseo ser feliz,
y también que tú lo
seas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario