A oír de nuevo por los pasillos
el fantasma de unos pasos que se alejan, el sonido de una voz latente en tiempo
y espacio que no deja de romper el impenetrable barullo, el reflejo leve del
vivo color manzana, que de frío pasó a cálido y de realidad a recuerdo. Todo
igual y, en cambio, todo ha cambiado. Ha cambiado para siempre.
Desde hoy caminaré, siempre con
rumbo fijo. Mil veces querré caminar hasta perderme en el mar de ayeres, y así
será. El viento se aviva, golpea los cristales y los hace temblar. En el cielo
se observan oscuras nubes de tormenta que, pacientemente, aguardan su momento
de precipitar en forma de lluvia, simulando lágrimas del cielo.
El otoño se acerca
progresivamente mientras busco información sobre Murat. Almond sostiene que he
cogido el Bachillerato con ganas, sin embargo sospecho que, más bien, el motivo
de la dedicación se infiltra en el terreno personal. Pero de eso hace ya
tiempo. El asunto quedó zanjado meses atrás, cuando, estando allá arriba, me
debatía entre ciencias y letras. Entre luz y oscuridad, y finalmente vi lo que
siempre había tenido delante. El ambiente de persianas bajadas me atraía, me
incitaba a escribir. De hecho, en numerosas ocasiones fue el objetivo principal
al que mis delirios enfocaban. Por eso me decidí por las carreras oscuras. Por
contigüidad, mi entrega fue plena. Como siempre lo ha sido.
El cambio de curso, la “nueva”
clase, el retorno del viejo entorno ruidoso, la separación definitiva de la
Biología y la Física y la Química… Las humanidades y las letras, en general,
forman parte de este nuevo comienzo mío de raíces arcaicas, espíritu crítico,
progresista y nostálgico. O quizá no. Tal vez sea yo quien realmente pertenece
a este mundo, y no al revés.
O puede que el derecho de
propiedad también sea recíproco. Yo soy suya en mi totalidad, y él es mío
dentro de mi realidad individual. Así mismo, si alguna vez logro efectuar
cualquier tipo de cambio positivo dentro de una realidad mucho más grande y
general, será gracias a la absorción y la influencia que ejercemos
constantemente el uno sobre el otro, bien sea para bien o para mal (porque
igual que puedo redactar un escrito con alma, puedo hacer un destrozo, un
desastre garrafal).
El adiós precipita de igual
manera en el charco de mi persona, provocando bienes y males con la onda
expansiva. Aunque claro está que los términos “bien” y “mal” son muy difusos, y
que a veces la fina línea que los separa es casi imperceptible. Trazo fruto de
un 2H, sin duda alguna.
En ocasiones un pequeño cambio
puede suponer un mundo, sin embargo en otras todo surge de forma distinta. Una
mutación con demasiadas repercusiones necesita de un ligero ajuste, no siempre
intencionado o premeditado, para que nada abandone su orden natural. Lo que
ayer parecía blanco, hoy se ha oscurecido. Y lo que antes pareció negro ahora es
gris. Y vuelta a empezar…
Recuerdo que en el pasado era
incapaz de escribir sin escuchar música, pues el tempo provocaba la fluidez determinada de cada escrito. Ahora soy
capaz de acompasar mis pensamientos al ritmo del silencio.
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