miércoles, 16 de abril de 2014

Filtro de lágrimas

Camino, camino, camino, y el viento me sacude. Siento que me hundo y no puedo seguir. Me veo obligada a parar y apoyarme en una pared para mantenerme en pie.
La noche me cubre con su oscuro manto. Y los recuerdos me arrastran hasta que su lúgubre torbellino de sombras y promesas rotas me traga.
Su imagen y su voz regresan a mi mente y a mis oídos. Por un instante pienso que voy a quebrarme. Pero no siento nada. Él ya no me duele.
Sin embargo me acuerdo de sus palabras, o más bien de aquello que me hicieron sentir. El calor acude a mis mejillas, que se empapan del agua procedente de mis ojos. De las lágrimas pertenecientes al pasado que han decidido volver.
A través del filtro de lágrimas veo a personas felices, abrazadas, borrachas, o tan solo sonrientes. Y me duele. Me duele no poder pasar página. Me duele sentirme tan sola cuando estoy rodeada de gente.
Me duele que la fiesta nocturna me aparte de mi mundo de delirios, en el que puedo ser yo. En el que puedo ser feliz. 
Me duele creer que ya lo he conseguido. No. Haberlo conseguido. Mas olvidados todos aquellos juramentos no puedo mirar a la diversión a los ojos sin pensar en lo efímera que es la felicidad banal que ofrece.
Al fin estoy en casa, lejos de toda esa banidad. Ahora puedo descansar tranquila. Y sólo pienso en emborracharme de su olor a pasado, presente y futuro. Como he hecho tantas veces. Como deseo seguir haciendo.
                                                                                                                                              —Reven

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