Escapo por unos instantes de mis obligaciones como estudiante, lectora y aficionada a realizar pequeñas investigaciones sobre mis queridos Liberados. También aparco Las cerezas. El dibujo puede esperar.
Tecleo el nombre de aquella canción que tanto me recuerda a mi inspirador. Todo en calma. Enpiezo a escribir.
Conozco el valor y la fuerza en persona. La fortaleza y el caracter me fascinan, me miras: sonrío. Sorprendes mis pensamientos y mis mejillas se enrojecen. No puedo frenar la corriente de palabras que, en determinados momentos, siento necesidad de decirte. Y la fuerza y el valor y la humanidad (la dichosa humanidad) se ven eclipsados por una humildad infinita.
Siempre fuerza. Siempre fuertes.
(Contra el cáncer)
—Reven
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