jueves, 13 de febrero de 2014

Blanco sobre negro.

Salgo, entro, vuelvo a entrar, vuelvo a salir. Vagando entre el calor helado y el frío que quema siento su olor y me emborracho de él. Godoy está escondido detrás de la puerta, y yo finjo no verlo. El escalofrío se apodera de mí y entonces lo siento detrás. Me acaricia el pelo y yo sonrío. Mis sentidos se relajan hasta el punto de no hallarme consciente. 

La última mirada cómplice, la última sonrisa. Godoy me coge la mano para impedirme salir, pero no le hago caso. Johnny acaba de pasar por la puerta. Me despido de Hester y abandono la cueva. 

Escaleras. La ópera me acompaña junto al sonido de las gaitas que interpretan el triste villancico. Me detengo. Todo acaba de matarme. Y con paso entrecortado por la pesadumbre de mis piernas y el agobio de la multitud continúo bajando. Hester, me arrepiento de no haberte esperado. 

Necesito su caricia blanca sobre el negro de mi abrigo. El blanco sobre el negro es bestial. 

                                                                                                            —Reven

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