sábado, 16 de julio de 2016

Autopromesas

Tenía claro que el tiempo pasaría inevitablemente. Hoy los nubarrones han comenzado a echarse a un lado, a permitir a un débil y tímido sol penetrar entre sus rugosidades. Me gustaría decir que el camino ha sido un paseo agradable; que no ha habido cuestas arriba ni maleza entorpeciendo mi avance. Sin embargo aquellos cuatro primeros días arderán en mi mente por los siglos de los siglos... 
Sí, siglos. uno por cada veinticuatro horas. Lo he pasado mal, muy mal, aun habiéndome prometido mil millones de veces que no volvería a pasar, que aquello era historia, que no volvería a dejarle penetrar en mi pecho e infectarme el corazón. Pero ya veo... Ya veo el valor de mis autopromesas. Lo he pasado mal y, pese a todo, su nombre retruena en mi cabeza como la más terrible de las tormentas. Golpea, arrasa mis pensamientos... Y aun así sólo él puede calmar mis miedos. 
Es increíble. 
Soy increíble, en el mal sentido.
Me odio. 
Sí.
Mucho. 
Y siempre.
Siempre te querré. 

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