miércoles, 27 de julio de 2016

Morir a cada latido

Es cierto que algunas veces la causa deja paso a la casualidad, y en la breve intersección circulan acontecimientos a borbotones. Sin embargo la mayoría de sucesos suceden, y suceder como verbo indica derivar de otro hecho; del porqué. Vamos, que un gran número de veces las cosas pasan por algo: porque tiene que ser así. Porque las acciones y decisiones han creado las circunstancias propicias a que aquello ocurra, y nada más.
Pues bien, la brecha se ha abierto y esto es lo que ha pasado. Casual o causal, qué importa. Dependa o no dependa, lo cierto es que los pasos que he dado en toda mi vida me han traído hasta aquí. Aquí. Ojalá supiera qué significa esto. Me recuerdo a mí misma a una estación de metro (por enésima vez). Los viajeros llegan, descansan unos minutos de múltiples formas (ilusionados, empanados, cabreados, desesperados, esperanzados...) hasta que llega su tren. Entonces lo cogen y se van sin más, a seguir con su vida lejos del bullicio. Y... Ya está. Eso es todo. Eso es la vida: brevedad. Brevedad y una lucha continua por superarla y hacernos universo: universales.
Sea o no sea, esté o no esté, sólo deseo dejar de sumar fotos que me recuerden despedidas. Quiero que eso acabe ya.
Quiero despertares, amaneceres, comienzos, olor a páginas de libro recién impreso. Quiero nacer... Quiero dejar de morir a cada latido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario