martes, 15 de julio de 2014

Una pincelada blanca

Ondear en el viento para escapar de un lugar que no es el tuyo, ¿tiene sentido? Alguien me dijo una vez que el viento se mueve en círculos,  y que todo círculo es infinito, no tiene ni principio ni final. Y que siempre regresa al mismo lugar. Adoro el frío, pero es duro sentir punzadas de frío al respirar.
Ahora la voz rota de Alice Cooper me desgarra con su veneno, otra vez. Es duro tener que regresar a esto: a utilizarlo como un medio para evadirme de la realidad. No quiero más evasiones. No quiero volver a escapar.
Todos juran y prometen un futuro mejor y más puro desde la felicidad, y no digo que mientan . Pero esto no es el futuro, es el maldito y asqueroso ahora.
Entonces la canción acaba, y descubro que todo es verdad. Que el ahora sea negro significa que en el horizonte hay un después más limpio –siempre estropeo mis pinturas al usar el negro. ¿Se podrá ser más manisa? Pero, espera... Al negro siempre puede taparlo el blanco. No es un cambio brusco, y eso es lo mejor: perderse en la magia de los matices. Aunque suponga adentrarme y arrastrar a otros conmigo al desierto gris–, y que algún día llegará. Y esa es su única ventaja.
Y yo me quedo con eso. Nadie puede hacerme dudar.

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