sábado, 18 de enero de 2014

Apoyada: en el pasillo de la cueva.

El viento golpea los cristales y las puertas. El tiempo apremia, corre y se lleva todas mis preocupaciones. Fuera se siente un olor peculiar. Lo siento (siempre lo siento). Huele a vainilla. Vainilla fresca de oriente, vuelvo a delirar. 

Los ojos oscuros latentes en cada despertar se apoderan de mis sentidos. Las estaciones me ciegan y transcurren sin que pueda verlas (¿qué importa?). Vulgar, vulgar sentido de la vista que coharta  la imaginación. 

Sentiré los millares de esencias que el mundo esté dispuesto a ofrecerme. Recorreré el mundo en busca de cualquier inspiración prohibida. Pero sólo la encontraré en el hombre que vive lo que sueña. Una certeza. 

Nunca olvidaré el viaje de vuelta. 

                                                                                                        —Reven

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