lunes, 13 de enero de 2014

A esas malditas nuevas tecnologías

En el regazo de aquella metáfora poco explícita para ojos agenos a la que decidí llamar Godoy. Mis reflexiones y mis razonamientos colapsan y me resquebrajo. Nace mi ira homicida. 

Tras la tarde entera tratando de llegar hasta aquí, de desatarme una vez más con mis lectores y conmigo misma, al fin consigo escribir estas líneas. Malditas nuevas tecnologías, siempre lo arruináis todo. 

Adoro cuando alguien me cuenta que le gusta mi forma de escribir. El bariopinto cóctel de sentimientos que me producen me resulta excitante, a veces incluso ruborizante. 

Adoro el sonido de aquella voz perdida que antes me abrazaba. Adoro escuchar los pasos y la profundidad de una nueva mañana, de un nuevo despertar. Adoro cuando alguno de mis queridos personajes se reconoce en la vida real. Adoro que algunos incluso reconozcan a esta persona que ahora mismo escribe cuando hablan con ella. 

Hay palabras y personas que, sin saber por qué, calan tu mirada, se introducen hasta tu corazón y arraigan e las profundidades de tu ser. Ambos elementos se han hecho indispensables en mi vida. Ambos me ayudan a arrancar de mis entrañas una espina con raíces muy profundas.  

Querida espina: hasta aquí llegó todo. Jamás volverás a aparecer en mis delirios. 

Gracias por tu espera, Nené, dale un beso a Sophie de parte mía. Alice, te echo de menos. Lili, en dos semanas me tendrás por tus lares. Héster, Johnny, nos vemos mañana. 

                                                                                                             —Reven

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