sábado, 23 de junio de 2018

Este desdichado amor de apariencia y forma

Estoy cansada de que el mundo sea feliz a mi alrededor. Sea, parezca... qué más da, ambos copulan en modo idéntico. En realidad podría llegar a creer que lo fuera, por auntoengaño, tal vez, ingenuo e ignorante de sí. Pero reconozco que a veces una pequeña dosis de mentira reconforta, como lo hace un falso te quiero, un todo irá bien cuando las cosas no marchan, o una promesa de volver a verse a las puertas del tren. 
Supongo que cada cual es libre (no lo dudo). Libre para crear su falsa realidad teñida de colores cálidos, donde los extremos amargos no tendrán cabida jamás. Libres para ser felices, si así lo determinan, aunque esa felicidad esté tarada de base. Es fácil sonreír a una cámara, mostrar las maravillas del mundo a través de una red social, besar como si nada malo pasase, porque ¿cómo voy a tener yo una relación insana? 
Publicar fotos con esa abuela a la que llevas meses sin ir a visitar. Felicitar loros y méritos que intentaste frustrar. Escuchar canciones sin alma, porque la realidad es demasiado amarga como para enfrentarte a ti mismo entre pentagramas y estrofas. Enfrentarte a discriminaciones y heridas en las que contribuyes. Indignarse por la hipocresía que uno mismo provoca. 
Osar encontrar la belleza en burdos ideales, cánones estúpidos, miradas vacías y meros cuerpos. Qué obsesión, la de este Homo novo por impresionar y dejarse guiar por las formas. 
Qué complejo resulta todo esto... Qué sola me siento en este lugar en el que el ser humano se niega a aceptar que el dolor, la duda y el miedo  nos tocan el alma, sin remedio posible  
Qué obsesión... Me fascina este desdichado amor de apariencia y forma. 

1 comentario: