domingo, 18 de septiembre de 2016

Camille:

Este día habría de llegar. Por estadística, aunque sólo sea por estadística, el tiempo pasa, y yo no lo tuve en cuenta, porque no soy amiga de frecuencias y relatividades. 
Por estadística también debe haber alguna palabra de esperanza y felicidad entre tnto delirio. Y aquí me encuentro, cumpliendo la predicción. Aunque puestos a confesar, he de decir que esta entrada es por mi madre, que disfruta tanto con mi sonrisa. Por mi madre y por mi... Bueno... Por lo que sea el Chico del Parque, porque es el responsable del rubor de mis mejillas. 
Hoy estoy feliz, porque es el último día de mi vida. Esa a la que regía la sensación de confinamiento y soledad. Mañana, para bien o para mal, todo habrá cambiado. Y eso me gusta. Me gusta despertar y recordar que ahora yo decido, que todo lo que me consumía quedará recluido en mi habitación, en mi casa, lejos de Madrid, encerrado en tres fotografías, dos libros y un billete de autobús. 
Me gusta ver que alguien supera sus miedos, que avanza por la calle sin temer a sus propios pasos ni al cruce de miradas, ni a los recuerdos. Me gusta saber que ahora esa soy yo. Me gusta que la reminiscencia sólo aboque a lo que en el pasado fue síntoma de felicidad. Porque, aunque poca hubiera, la hubo. 
Ahora es tiempo para despedidas; pero no es pena lo que siento, sino nostalgia. Ahora debo decir adiós, sin embargo estoy en el umbral del nuevo comienzo y no quieero otras lágrimas que no sean de felicidad. 
Adiós, Tresjuncos. 
De ti Camille, no me despido. Vendrás conmigo allá donde vaya. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario