jueves, 31 de enero de 2019

No quiero escucharte en Nocturno

Cómo iba a ahogarme en un pozo sin fondo de absurdos cánones y formas. Jamás entendí qué quería decir, en ningún momento, cada vez que me acercaba a hablarte después de clase. Esto es la universidad, no el colegio, no el instituto... Las cosas cambian. 
Pero yo no. 
Necesito que haya algo ahí dentro, ahí arriba. Algo que transgreda la norma, que rebase la forma y baile al son de martillo conmigo en el límite. De adentro hacia afuera: siendo. Siendo singular plural. Pero en el vacío los ídolos se precipitan. Se rompen el cuello, y tú recolocas tu máscara. Y yo no soy más. Soy máscara, soy efímera, soy baile, soy música. Pero no soy más. 
Las segundas voces siempre me parecieron mágicas. Pintar la presencia en la ausencia parecía complicado antes de entender a Hopper y Derrida de la mano. Huellas... Solo huellas. Todo es texto, y no hay lugar al cual regresar. Tu secreto siempre será indescifrable.... Por eso es secreto. Por eso es magia y compone. 
Eras y eres tú, pero eres diferente. Ahora y siempre, diferente y limítrofe con tu máscara dorada. Esa que fabriqué para ti. 
No quiero escucharte en Nocturno. Quiero tu melodía taladrándome el sentido en bucle. Siempre supe cómo ser tu Carmen, y tú mi naturaleza muerta. Sin saber, sin quererlo... Sin creerlo, tal vez.  La belleza es irrefutable. 
Gracias por hacerme sentir lo bello más allá del absurdo.
Hasta siempre: 
Carmen

No hay comentarios:

Publicar un comentario