viernes, 7 de junio de 2019

Cigarrillos, copas y miradas condensadas

No ha sido fácil volver a bailar debajo de la lluvia. 
Recuerdo un paraguas rojo. Común, comprado en cualquier Todo a 100 cercano. Barato, como los pulmones ahumados. No supe que fumabas hasta aquella noche de verano. 
Cigarrillos, copas y miradas condensadas: todo lo ocultaron. Había un concierto de rock en el local. Cantamos, saltamos y brindamos por lo desconocido y, por dios, qué bien sabían tus besos a whisky con agua. Guárdame el secreto... 
En la calle dos gatos peleaban; vendían sus bigotes al mejor postor. Una chica se acercó pidiendo fuego y nos guiñó un ojo. Imagino que no era la primera a quien llevabas por allí. Pero entonces no lo veía... Solo quería mirar las estrellas. Desoí toda advertencia: cuidado con el amor contaminado. Quizá no hoy, ni mañana, pero algún día la falta de correspondencia te pasará factura. Ya no habrá más mensajes que esperar, ni más noches que desear en sueños. 
Pasó demasiado tiempo. Pedí tantas veces la última canción que terminé con el cupo de plegarias. Soplé tantas velas que hice de la vida un rito de adoración al final de mi vida. Y no lo merecía. Nunca lo merecí. Ni tú tampoco. Hace años te escribía cosas mejores. No lo siento, No hay motivo por el cual pedir perdón. 

A veces, cuando llueve, todavía pienso en tus ojos de ceniza y en mi paraguas rojo. Puede que en realidad lo dejase a propósito olvidado en tu coche. Ahora puedo decirlo sin miedo. Nunca perdí la esperanza de poder recuperarlo al día siguiente. Solo que ya hace muchos días de eso. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario