jueves, 31 de agosto de 2017

Leviatán el Malo

Anoche vi al diablo 
cruzar la esquina izquierda
de la primera calle. 
Abandonó la avenida sin mirar atrás,
ni adelante. 
Vestía pulcro traje de color azabache. 
Zapatos negros
en el asfalto hundieron vendavales. 

Anoche vi al demonio
en el baile de máscaras. 
Se deslizó a mis espaldas como una sombra.
Hizo sonar rumor de azufre;
olor del fuego y sabor a tempestad. 

Anoche vi a Leviatán -el Malo- en sueños. 
Tenía los ojos claros; el pelo oscuro 
se desmayaba en su frente.
Sonrisa pulcra curvaba su rostro
ardiente y sin escapatoria posible. 
Delitos sin nombre atravesaron mis venas; 
forzaron el arrepentimiento
sin respuesta alguna.

Habló con voz clara y profunda,
sosegado. 
Y en el fuego de mil soles ardieron
de pronto todos:
sus condenados. 

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