viernes, 26 de febrero de 2016

Otro viernes cualquiera

Llueve. Ha pasado mucho tiempo desde que la primera gota de agua rozó el suelo: horas, días, semanas, meses... Años. Y aún sigue lloviendo. 
He pasado horas y horas encerrada en esta habitación. Tantas como para llegar a odiarla. Quince horas por día y noche durante semanas, nada menos, sepultada entre flexo y apuntes. Debería estar harta... Lo estoy. Pero esta tarde necesito cobijarme entre sus paredes, bajo las mantas y entre mis sueños. 
Un libro en la mano, esa era la única compañía que necesitaba para olvidar. Sin embargo esta vez la estantería literaria no podría ayudarme, pues de cada tres, uno es de ella, viene de ella, o está ligado a ella de alguna forma. Hasta el olor a páginas ambaradas por el tiempo me recuerda a ella. 
Ojalá nada hubiese pasado. Ojalá pudiera despertar y darme cuenta de que todo fue una simple pesadilla. Ojalá... 
Ahora, en la única base que puedo sostenerme es la efeméride, y en esta, hoy, te necesito aquí. En mi cama, fuera de mis sueños. Arrópame de cariño y sálvame... Sálvame de mis miedos. Igual que lo hiciste aquel día. Igual que haces desde hace años. 

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