martes, 5 de enero de 2016

Sweet Pain

"Nunca antes había visto a alguien como él. No era más que una persona gris, una más entre el mar de hormigón. Su cara, sus ojos, su voz sin color, sin forma, sin olor, sin alma, reflejaban el halo blanquecino de la muerte. Incluso hoy dudo si se trataba de la suya o, en efecto, de la mía. 
De repente algo me hizo concentrarme en su rostro inerte. Sus ojos de cadáver proyectaban la mirada más viva que había contemplado. 
Me miró. Se acercó. Recogió mis pensamientos, mis alientos, en un puño: sin duda, debió sujetarlos con fuerza. Y entonces, cuando fijó sus pupilas en las mías, sentí miedo, dolor, escuché gritos: los míos al contacto con su piel, fría como el hielo. Mis huesos sangraban fuego. Vi mi cuerpo convulsionarse, deshacerse a borbotones. Pero algo tremendamente dulce explotó en mis entrañas. Su beso embadurnó mis sentidos y ya no pude volver a mover un sólo músculo."

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