¿Perdió?
Todo lo que un ser humano podía perder, excepto la vida. Nació y
vivió en una opresión perpetua. El llanto quebró su aliento en muchas ocasiones.
Tantas que aprendió a empujarlo hacia el fondo de su garganta con un solo
suspiro.
¿Y dolió?
Como una soga alrededor del cuello. Pero se hizo consciente. Jamás permitió
que volvieran arrodillados. Ella no era ninguna diosa. Ningún santo al que
rezar. Tan solo una mujer que tuvo que luchar y supo sobrevivir.
¿La conocías?
Tanto como a mí misma. Aquí fuera las estrellas no quitan el frío.
Llévame a bailar.
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